Bronquios, pitos y estrechamientos: desentrañando la bronquiolitis
En el mundo infantil, la bronquiolitis es una visita no tan inusual a Urgencias. Afecta a uno de cada tres niños, siendo el primer episodio de sibilancias (esos pitos característicos) en menores de 24 meses, vinculado a infecciones virales, principalmente el virus respiratorio sincitial (VRS).
Pero aquí comienza la travesía: después de la bronquiolitis, algunos niños experimentarán episodios similares denominados broncoespasmos, donde los bronquios se estrechan, dificultando la entrada y salida de aire. ¿Cómo ocurre esto? Los músculos de los bronquios se contraen, generando tos y dificultad respiratoria, acompañados de esos pitidos inconfundibles que llamamos sibilancias.
Sibilancias recurrentes: el arte de escuchar a nuestros pequeños
El fenómeno de los broncoespasmos no es exclusivo de los niños que han tenido bronquiolitis. Hay casos de pequeños guerreros que, sin antecedentes de bronquiolitis, presentan episodios recurrentes de sibilancias en sus primeros años de vida. A estos intrépidos aventureros respiratorios se les llama poseedores de broncoespasmos de repetición. Sus bronquios son más sensibles, mostrando hiperreactividad bronquial, y es común que estos episodios se manifiesten junto a resfriados, sobre todo en invierno.
¿Cómo saber si nuestro pequeño está enfrentando dificultades respiratorias?¿Será asma?
Los signos incluyen respiración rápida, hundimiento del pecho al respirar y, en bebés, fatiga durante las tomas.
Y aquí surge la gran incógnita: ¿será asma? Esta enfermedad crónica de las vías respiratorias afecta hasta al diez por ciento de los niños. La detección temprana puede ser desafiante, pero las sibilancias recurrentes o los broncoespasmos de repetición en la infancia pueden ser indicios. Aunque la evolución es incierta, factores como la edad del primer episodio, desencadenantes alérgicos y antecedentes familiares influyen en el pronóstico.
¿Cómo enfrentar un broncoespasmo?
Hablemos ahora del tratamiento, porque ante un broncoespasmo, necesitamos abrir esos bronquios estrechados. Para ello, el héroe es el broncodilatador, siendo el salbutamol el preferido. Este se administra inhalado, ya sea mediante cámara o aerosol. En casos más severos, un corticoide oral puede sumarse para reducir la inflamación en las vías respiratorias. En situaciones extremas, oxígeno o máquinas de asistencia respiratoria podrían ser necesarios, aunque estas son opciones raras.
¡Atención! Los antibióticos no son la solución, ya que los broncoespasmos se asocian a infecciones virales. Tampoco son recomendables mucolíticos, antitusígenos ni fisioterapia respiratoria.
El arte de la inhalación: dispositivos y su importancia
La clave está en que el broncodilatador llegue a su destino: los bronquios.Para esto, tanto el inhalador presurizado como el nebulizado funcionan eficazmente, según indican estudios, desmintiendo la idea de que el aerosol es siempre la mejor opción. El doctor Javier Pellegrini, vicepresidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, subraya la importancia de enseñar su uso correctamente según la edad del niño.
En el caso de los niños, la elección del dispositivo adecuado a la edad es crucial. Desde cámaras con mascarilla para los más pequeños hasta inhaladores de polvo seco para los mayores, cada etapa tiene su herramienta específica.
Desmitificando el miedo al inhalador: la verdad según los expertos
La reconocida pediatra @luciamipediatra despeja mitos sobre el miedo al uso del ventolín (salbutamol), destacando la importancia de su correcta utilización. En su último vídeo, aborda la preocupación infundada sobre la adicción al ventolín, señalando la necesidad de tratar adecuadamente los episodios de dificultad respiratoria en nuestros hijos.
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